Llevaba ya varias semanas sin saber de que hablar en
el blog hasta que empecé a seguir a @eltipiquismo, un perfil de twitter que
recomiendo seguir (sobre todo si eres de Canarias como yo), en donde una
persona tuitea expresiones típicas de los adolescentes y jóvenes canarios y en
el que muchas veces me he sentido identificado o conozco a alguien que habla
así. Ya lo dice el propio perfil "...O eres así, o tienes un colega que
es así. Para echarnos unas risas".
Pues para echarnos unas risas los del gremio, me he
tomado la libertad de copiar la idea pero adaptándola a los arquitectos, a el
típico arquitecto, o eres así o tienes un compañero que es así.
1. - El típico arquitecto no habla bien, o mejor
dicho no se le entiende cuando habla, es bastante pesado, cansino diría yo.
Para decir una sencilla frase lo lía todo de tal manera que uno no se entera de
lo que quiere decir. Hace tiempo descubrí en un magnífico blog de arquitectura,
un "manual de discurso automático para arquitectos" de tal manera que
cogiendo cualquier palabra al azar de las veinte filas que hay y, ordenándolas
de manera correlativa en las siete columnas, te sale la frase típica de un
arquitecto. A mí me salió esta:
"La nitidez fenomenológica de la sección
organiza una vibración genéricamente compuesta"... ¿A que te has
quedado igual?
Les dejo el enlace para que hagan la prueba, es
sencillamente genial.
2.- El típico arquitecto tiene una forma de vestir
bastante peculiar, dependiendo también en que parte del día lo pilles. Si es a
primera hora te encontrarás a una persona con pantalones elegantes pero
informales, zapatillas cómodas, chaquetita de entretiempo para parecer
interesante y, si tiene miopía, con gafas de pasta.
La cosa cambia a última hora del día. Será la misma
persona pero despeinado, ya sin la chaquetita, la camisa por fuera, con las
mangas remangadas y con una cara de estar hasta las narices del mundo en
general. Si a todo esto le sumas que siempre va vestido como un cuervo entonces
sí, entonces es el auténtico, el típico.
3. - La alimentación es otro factor importante que
influye de manera significativa en la personalidad del arquitecto. Si tiene que
comer con algún cliente te lo encontrarás en un restaurante de mesa y mantel.
Es fácil saber quien de los dos es el arquitecto, sobre todo a la hora de pedir
la cuenta, ya que suele ser el técnico quien se levanta un momento para ir al
baño (casualmente).
Muy distinto es cuando tiene que comer solo, optando
por algo más sencillo y minimalista como puede ser un bocadillo de mortadela y
su caña en el bar de Paco. Bien es verdad que de vez en cuando te lo puedes
encontrar pegándose un homenaje en el Mc Donalds o en el Burguer King, pero
esto es ya más complicado.
4. - Aunque no es buena época para la profesión, los
arquitectos somos seres que estamos siempre ocupados, siempre estamos liados
con algo aunque no esté remunerado, tendencia muy común últimamente. Hay que
sembrar para luego recoger dicen, pues nosotros estamos todo el día en la
huerta. Pero hay algo por lo que, aun estando de trabajo hasta arriba, lo
dejamos todo… un nuevo presupuesto, y si es de un edificio plurifamiliar ya no
te digo nada. Media horita al día podemos sacar en nuestra apretada agenda para
valorar un cambio de uso de un local.
5.- Otra característica que nos define es que
tenemos tendencia a dibujarlo todo. Nuestro portaminas Faber Castell y una
servilleta son nuestra perdición. Si nos dejan dibujaríamos hasta la lista de
la compra, acotada por supuesto, y con algún detalle constructivo, para que se
entienda mejor.
Es fácil distinguir a un arquitecto en cualquier
charla o curso, aquel que no está atendiendo y dibujando el careto del
conferenciante, o haciendo una perspectiva de la sala, ese el hombre, el
típico.
6.- Muchas veces nos encontramos con el profesional
de apellido. Con esto me refiero a que cuando te lo presentan, siempre, tras su
nombre, viene su apellido, por ejemplo: "Hola, soy Borja,
arquitecto", así te lo estén presentado en un funeral o siendo el nuevo
novio de tu prima. Algo lamentable que sucedía bastante en otras épocas mas
boyantes y que, hoy en día, es más difícil de encontrar (gracias a Dios).
7.- Un vicio que tiene el típico arquitecto es el
café, aunque no le guste no le queda más remedio que tragárselo. El café es una
droga que te vas metiendo poco a poco y de manera inconsciente durante la
carrera y que es tan importante, o más, que el Autocad, de hecho no se concibe
el uno sin el otro. Por eso cuando quedes con alguno en un bar o cafetería y se
pide un té, desconfía, no es el típico.
8.- El típico arquitecto alcanza su máximo apogeo
cuando se junta con los de su especie en actos lúdicos, formando corrillos en
donde ponen a caerse de un burro al Colegio correspondiente, se cuentan cuantos
pagarés sin cobrar tienen en el banco, o en que nueva historia están inmersos,
porque el típico arquitecto es también el típico emprendedor.
Espero
que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.