Quien
no ha tenido algún amigo o pariente que nos pide el favor de ir un momentito a
su casa para ver ese interruptor que no funciona o ese grifo del que sale un
hilillo de agua... "Pero tu no eres arquitecto?" suele ser la
pregunta-respuesta después de decirle que ni somos electricistas ni somos
fontaneros.
Se
da por supuesto que el arquitecto debe saber y debe ser conocedor de todos y
cada uno de los elementos que conforman un proyecto, y no solo de los elementos
tangibles, sino también de los intangibles. Cuando hablo de elementos
intangibles es tan sencillo como poner el ejemplo del encargo de un hospital.
¿Hay que saber operar para poder realizar el proyecto? Si aplicamos el sentido
común la respuesta es sencilla... NO.
Recuerdo
mi primer día de carrera hace ya algunos años, en la facultad de Arquitectura
de Las Palmas, cuando el director de la escuela nos juntó a toda la sabia nueva
en el salón de actos y lo primero que hizo fue darnos la enhorabuena. La
enhorabuena por haber elegido "la carrera más bonita del mundo,...y porque
es la más bonita?" nos dijo ... Pues "porque es la única carrera del
mundo en donde hay que saber de todo".
Con
esta afirmación tan contundente nos dejó a los presentes descolocados y, por lo
menos a mí, con el miedo de no saber en dónde me había metido. Con el paso del
tiempo y tras la experiencia adquirida mi percepción no coincide con la de
aquel director.
No
estoy de acuerdo en que el arquitecto sea un erudito de todas las materias
universales, o digámoslo de otra manera, estoy de acuerdo en parte. La función
de un arquitecto es clara: dar forma a una idea consiguiendo que la misma sea
funcional y hermosa, pero no por ello debemos ser conocedores de todo. Es
sencillamente imposible.
Bien
es verdad que hay compañeros que se creen que lo saben todo, poseedores de la
verdad suprema. Un ejemplo puedo ser yo mismo ya que cuando terminé la carrera
y me adentraba en el mercado laboral me comía el mundo y claro ocurrió lo
inevitable… el bofetón que me pegó la realidad en toda la cara fue antológico.
Fue
entonces cuando me di cuenta que de todo lo aprendido en la carrera se podía
aplicar un 10%, el resto se aprendía mediante el rodaje diario. Si tenía la
sensación de estar perdido y no poder aplicar todo lo aprendido, ¿Cómo entonces
iba a saberlo todo?
Está
claro que los arquitectos tenemos una formación, y nuestra opinión y trabajo no
es que sean importantes, son fundamentales, pero esa formación no se puede
transformar en ego. El arquitecto debe ser un profesional y responsable en lo
personal, sin olvidar nunca ni el criterio ni el sentido común, utilizando esa formación
para diseñar nuevos espacios y solucionar posibles inconvenientes. La
investigación y, sobre todo, el aprendizaje deben ser elementos que deben ir
ligados en la trayectoria profesional de cada uno.
Uno
debe sentirse antes un profesional que un arquitecto, por eso para ser
profesional no hace falta un título. Muchas veces es más importante escuchar a
la experiencia y no a la titulación. Yo tengo más en cuenta la opinión del peón
que lleva toda la vida montando estructuras que la del arquitecto que no ha
pisado una obra.
Una
vez leí que el arquitecto, más que saber ciertas cosas lo que sabe es cómo
gestionar ese “saber”. Por eso, lo importante no es saberlo todo, sino tener el
teléfono del que lo sabe.
Espero
que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.
@ruymangsicilia