Las
modas en la sociedad se convierten en modas cuando son seguidas un cierto
tiempo, cuando esas modas se quedan entre nosotros se convierten en evolución.
El mundo de la arquitectura no ha sido ajeno a ello, han existido modas que
algunos hemos seguido y, por otra parte, ha existido y existe evolución.
El
uso de las nuevas tecnologías ha supuesto un avance increíble en el trabajo de
los profesionales del sector. No hace mucho tiempo las herramientas que
teníamos para darle forma a una idea sobre el papel y convertirla en realidad
eran las estilográficas (los famosos Rotring), las mesas de dibujo, los
paralex, etc. Hoy en día hablar de eso es hablar de la prehistoria. Los
diferentes programas informáticos a los que tenemos acceso logran una mayor
rapidez y precisión que el dibujo convencional, facilitándonos muchísimo la
labor… pero no deja de ser un dibujo informatizado.
No
obstante, y a pesar de los avances, seguimos necesitando el dibujo como
elemento fundamental en nuestro trabajo. El dibujo es nuestro lenguaje, como lo
son los números al economista, se convierte en una herramienta indispensable. Seguramente será de formación profesional pero, a veces, cada
vez que me siento en una conversación con algún amigo o cliente e intento
explicarle cualquier tema, no solo los que estén relacionados con la
arquitectura, necesito coger una servilleta y un bolígrafo y garabatear mi
explicación, así siento que lo que quiero decir termina por entenderse.
Ya
en el tratado sobre arquitectura que escribió Vitrubio decía que “El arquitecto debe ser diestro con el lápiz
y tener conocimiento del dibujo, de manera que pueda preparar con facilidad y
rapidez los dibujos que se requieran para mostrar la apariencia de la obra que
se proponga construir”.
El
arquitecto no tiene porque ser buen dibujante, de hecho la historia nos
proporciona muchos ejemplos de arquitectos brillantes que como dibujantes
dejaban mucho que desear, un ejemplo era Le Corbusier. Cuando en la carrera
empecé a conocer su obra siempre me resultó curioso que sus dibujos fueran simples
y planos, hasta que descubrí que con esos dibujos lo que pretendía era expresar
una idea que pudiera convertirse en realidad. Otro ejemplo más reciente es
Tadao Ando, cuyos dibujos son de una simpleza extrema, pero que expresan
perfectamente lo que quiere transmitir.
Dibujar
es sencillo y a saber dibujar se termina aprendiendo, como todo en esta vida,
lo difícil es que el dibujo muestre la apariencia del proyecto que se pretende
realizar y para eso lo que se necesita es ser repetitivo con el dibujo. La
imagen de la fachada final que quieres que tenga tu edificio no te va a salir
con el primer esbozo, te saldrá con el treceavo o catorceavo siendo generoso.
El
arquitecto Michael Graves en un artículo para el New York Times señaló lo
siguiente: "Los dibujos no son sólo productos finales, son parte del
proceso de pensamiento del diseño arquitectónico. Dibujar y expresar la
interacción de nuestras mentes, ojos y manos. Ésta última afirmación es
absolutamente crucial para la diferencia entre los que dibujan para
conceptualizar la arquitectura y los que utilizan el ordenador desde un
principio".
Es
importante adaptarse a las nuevas tecnologías pero sin abandonar nunca el lápiz
o el bolígrafo y el papel en blanco, donde, a través de la mano, lo que imaginamos
en nuestra mente se traslada a dicho papel. Nos sirve en cierto modo como un
método de ensayo-error en donde perfeccionamos esa idea y la terminamos por
pulir. Pienso que a partir de ahí es cuando ya podremos utilizar el ordenador.
Espero
que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.
@ruymangsicilia