martes, 25 de marzo de 2014

¿Cuanto sabe un arquitecto?

¿Es necesario que el arquitecto sepa de todo? A veces parece que si.

Quien no ha tenido algún amigo o pariente que nos pide el favor de ir un momentito a su casa para ver ese interruptor que no funciona o ese grifo del que sale un hilillo de agua... "Pero tu no eres arquitecto?" suele ser la pregunta-respuesta después de decirle que ni somos electricistas ni somos fontaneros.

Se da por supuesto que el arquitecto debe saber y debe ser conocedor de todos y cada uno de los elementos que conforman un proyecto, y no solo de los elementos tangibles, sino también de los intangibles. Cuando hablo de elementos intangibles es tan sencillo como poner el ejemplo del encargo de un hospital. ¿Hay que saber operar para poder realizar el proyecto? Si aplicamos el sentido común la respuesta es sencilla... NO.

Recuerdo mi primer día de carrera hace ya algunos años, en la facultad de Arquitectura de Las Palmas, cuando el director de la escuela nos juntó a toda la sabia nueva en el salón de actos y lo primero que hizo fue darnos la enhorabuena. La enhorabuena por haber elegido "la carrera más bonita del mundo,...y porque es la más bonita?" nos dijo ... Pues "porque es la única carrera del mundo en donde hay que saber de todo".

Con esta afirmación tan contundente nos dejó a los presentes descolocados y, por lo menos a mí, con el miedo de no saber en dónde me había metido. Con el paso del tiempo y tras la experiencia adquirida mi percepción no coincide con la de aquel director.

No estoy de acuerdo en que el arquitecto sea un erudito de todas las materias universales, o digámoslo de otra manera, estoy de acuerdo en parte. La función de un arquitecto es clara: dar forma a una idea consiguiendo que la misma sea funcional y hermosa, pero no por ello debemos ser conocedores de todo. Es sencillamente imposible.

Bien es verdad que hay compañeros que se creen que lo saben todo, poseedores de la verdad suprema. Un ejemplo puedo ser yo mismo ya que cuando terminé la carrera y me adentraba en el mercado laboral me comía el mundo y claro ocurrió lo inevitable… el bofetón que me pegó la realidad en toda la cara fue antológico.

Fue entonces cuando me di cuenta que de todo lo aprendido en la carrera se podía aplicar un 10%, el resto se aprendía mediante el rodaje diario. Si tenía la sensación de estar perdido y no poder aplicar todo lo aprendido, ¿Cómo entonces iba a saberlo todo?

Está claro que los arquitectos tenemos una formación, y nuestra opinión y trabajo no es que sean importantes, son fundamentales, pero esa formación no se puede transformar en ego. El arquitecto debe ser un profesional y responsable en lo personal, sin olvidar nunca ni el criterio ni el sentido común, utilizando esa formación para diseñar nuevos espacios y solucionar posibles inconvenientes. La investigación y, sobre todo, el aprendizaje deben ser elementos que deben ir ligados en la trayectoria profesional de cada uno.

Uno debe sentirse antes un profesional que un arquitecto, por eso para ser profesional no hace falta un título. Muchas veces es más importante escuchar a la experiencia y no a la titulación. Yo tengo más en cuenta la opinión del peón que lleva toda la vida montando estructuras que la del arquitecto que no ha pisado una obra.

Una vez leí que el arquitecto, más que saber ciertas cosas lo que sabe es cómo gestionar ese “saber”. Por eso, lo importante no es saberlo todo, sino tener el teléfono del que lo sabe.

Espero que hayan disfrutado leyendo este post tanto como yo escribiéndolo. Un saludo.

@ruymangsicilia